En Córdoba (Argentina) Alumnos de la Universidad Nacional de Córdoba se convierten en tutores para acompañar a los chicos del secundario para que sigan sus estudios
CÓRDOBA.- Cuentan sus experiencias, sus temores y sus vidas como estudiantes. Son unos 210 alumnos de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) que se sumaron voluntariamente al programa para acompañar a los estudiantes secundarios en el trayecto final de su cursada. ¿La razón? Intercambiar y compartir entre pares para reforzar la importancia de continuar con sus estudios.
Despejar miedos es uno de los conceptos que más mencionan los estudiantes universitarios que participan del proyecto y que conversaron con LA NACION. Ellos aún recuerdan lo que sentían cuando estaban por terminar el secundario. Se acuerdan de esa sensación de ingresar a un mundo que les era desconocido. Por eso, compartir sus experiencias es el factor que los moviliza.
«Cuando apareció la propuesta decidí ponerme en ese lugar. Muchas veces no sabés qué elegir y está la presión de que es una carrera y una decisión que te marca para toda la vida. Poder contarlo es importante. Explicarles que hay muchas opciones, que se puede cambiar y que no se pierde nada. Me hubiera servido mucho tener algo así», dice Estefanía Arias, que estudia Profesorado de Inglés. Ella es una de las que participan del programa «Estudiantes comprometidos». De la iniciativa participan 24 colegios secundarios que recibirán la visita de los estudiantes universitarios.
El secretario de Asuntos Estudiantiles, Leandro Carbelo, explica a LA NACION que los estudiantes -en su mayoría cursan segundo y tercer año de sus carreras- son capacitados por docentes. Así se les da las herramientas necesarias para brindarles a los alumnos secundarios ideas sobre «la formación y proyecto de vida una vez que terminen el colegio».
«Entendemos que hay que trabajar no sólo en cómo es la vida universitaria, sino también en las posibilidades que abren las carreras, la escuela de oficios, las ayudas económicas existentes, el ámbito deportivo y el comedor universitario», enumera.
«Achicar brechas»
Los estudiantes secundarios visitan los sectores de la UNC para ver lo que les cuentan los «tutores»; incluso pueden acompañar a algunos de ellos a clases.
En los próximos meses, este proyecto -que es uno entre los varios que desarrollan quienes se inscriben como voluntarios- se extenderá a todos los niveles de la escuela secundaria para tratar de achicar brechas y prevenir la deserción. También habrá clases de apoyo y tutorías.
La UNC tiene un presupuesto anual de 2100 millones de pesos (es el tercero de Córdoba, después del provincial y el de la capital), 120.000 estudiantes y casi 10.000 docentes. Sus instalaciones centrales están en la zona del Parque Sarmiento, a unos 10 minutos del centro cordobés.
Con 21 años y mientras cursa Agronomía, Santiago Fernández decidió hacerse un tiempo para participar. «Es interesante porque nos acercamos a la gente, fomentamos la importancia de estudiar, mostramos que el abanico es amplio. Les decimos que pasamos por lo mismo que ellos, que tuvimos los mismos problemas. Es bueno poder visualizar lo que uno siente en el otro», explica.
Para Eliana Ramírez, que con 23 años cursa segundo año de la licenciatura en Psicología, participar del proyecto es una posibilidad de aplicar lo que aprende en sus clases. Dice que ella pasó «por idas y vueltas» antes de elegir su carrera. Y completa: «Dudé de lo que estaba eligiendo y está bueno poder colaborar para que a otros no les pase lo mismo. No tenía tanta información».
Carbelo insiste: «Es importante tender un puente hacia la sociedad para que la universidad no se vea tan lejana». Ramírez coincide: para ella ser una estudiante universitaria era como «otro mundo», uno que le parecía poco accesible.
Aldana Abrego llegó a esta ciudad desde San Luis para estudiar Kinesiología y dos factores la impulsaron a sumarse al programa: retribuir «algo» a la universidad y romper con los «mitos» de que ese nivel es sólo para algunos. «Muchos no quieren estudiar porque tienen miedo, por cuestiones económicas. O porque tienen que trabajar y los ingresos son difíciles.»
A ella le entusiasma poder compartir que la universidad está «hecha para todos, que hay becas para transporte, obra social y comedor». Comparte con sus compañeros que los estudiantes secundarios tienen poca información sobre la flexibilidad en el cursado, las ayudas económicas y la vida universitaria en general.
(Fuente: La Nación. Gabriela Origlia. 4/1/2017)