Entrevista a HÉCTOR COLUNGA, Director de Mar de Niebla en «El Comercio» de Gijón.
«Quien vive en la calle Corrida hoy puede estar en la pobreza mañana»
HÉCTOR COLUNGA, Director de Mar de Niebla
«Decidimos ir a ‘¡Boom!’ en pleno enfado con Principado y Consistorio, porque no nos pagaban. Llegamos, incluso, a retrasar las nóminas»
Hay dos versiones sobre la génesis del nombre de la entidad que dirige. La romántica apunta hacia ese momento en el que, en pleno monte, solo y rodeado de niebla, encuentras una mano amiga que te ayuda a subir a la cumbre y ver el mar de nubes a tus pies. La prosaica dice que lo de Mar de Niebla se decidió entre los fundadores en una tarde de confraternización. Héctor Colunga (Gijón, 1981), el director de la ONG nacida en 2004 por y para La Calzada, se queda con las dos. Ambas resumen la filosofía de una entidad que ayuda anualmente a más de 1.500 personas, cuenta con 60 voluntarios y tiene 20 personas en plantilla. Y que ha buscado financiación incluso en un concurso televisivo.
–¿Cómo se les ocurrió acudir al programa de Antena 3 ‘¡Boom!’?
–Fue antes del verano, en pleno mosqueo con el Principado y el Ayuntamiento, que no nos pagaban. Es un programa que me gusta mucho y me dije ‘llamamos’. Les gustó mucho nuestra propuesta y nos cogieron.
–Y perdieron.
–Sí (risas) El otro equipo lo forman unas mujeres que son unas cracks. Vienen de ‘Saber y ganar’ y saben muchísimo. Nosotros íbamos con la ilusión no solo de lograr financiación, sino de visibilizar a otras entidades que trabajan en Gijón. Cada día queríamos poner una camiseta… Y nos explotó la bomba.
–Pero tendrán premio.
–Fue cosa de las integrantes del otro grupo. En broma, les habíamos dicho que nosotros, con lograr para un proyector, nos conformábamos. Y ellas se comprometieron a comprarlo. Les gustó mucho el proyecto.
–¿Qué es lo que tanto les gustó?
–Que somos un proyecto comunitario. De hacer barrio. Que ayudamos a más de 1.500 personas cada año. Que tenemos 60 voluntarios a la semana. Y veinte personas en plantilla.
–¿Qué proyectos hacen ahora?
–Tenemos dos áreas: una de infancia, adolescencia y juventud y otra de inclusión e inserción. Por aquí pasan desde niños de 5 años hasta mayores de 100. Hay clases de apoyo escolar, de socialización, aquí se merienda, pero también hay orientación laboral, ayuda a personas sin recursos. Y talleres de todo tipo. La gente viene a colaborar espontáneamente. Por ejemplo, Rita llegó un día y dijo ‘Yo quiero ayudar, pero solo sé coser’. Pues montamos un taller y ya tiene quince alumnas y un alumno. No solo aprenden a coser, están socializando.
Veinte empleos en riesgo
–Y con todo esa labor, se fue a la tele por falta de financiación pública. ¿Quién no le paga qué?
–Pagar no paga nadie (risas).
–Pues tendrá que volver a la tele.
–(Risas) El problema es que tenemos un sistema muy poco amable con la realidad.
–¿De qué vive Mar de Niebla?
–De convenios con el Principado, el Ayuntamiento de Gijón y entidades privadas, de donaciones y de cosas que nosotros hacemos.
–¿Qué presupuesto tiene?
–Este año ejecutaremos 350.000 .
–Insisto, ¿quién no pagó qué?
–Ahora ya está solucionado. No se trata tanto de que no quieran pagar como de que tardan mucho. Por ejemplo, el convenio del programa de calle, ‘Eslabón’, con dos personas trabajando con todas las que están en la calle, lo firmamos en noviembre. Y tiene un coste de entre 4.000 y 5.000 euros al mes.
–¿Y hasta noviembre?
–Pues tiramos de recursos propios, hipotecándonos. El año pasado, entre préstamos y aplazamientos de la Seguridad Social se nos fueron 20.000 euros.
–¿Empleos en peligro?
–Ahora mismo, veinte. 2016 ha sido un año muy difícil, hemos tenido que retrasar el pago de las nóminas.
–¿Y de qué vive un monitor cuando le retrasan la nómina?
–Al final, como todos somos muy austeros, nos vamos apañando.
–¿De esa voluntariedad de las ONG abusan las administraciones?
–Sí. No es cuestión de color político, sino de que la Administración, como tal, es una maquinaria muy lenta. El problema es que los políticos no han decidido dar un puñetazo en la mesa y agilizar los pagos. Yo no podría dormir sin tener las cosas al día.
–¿Ahora las tienen?
–Sí. Este año conseguimos, por primera vez, que el Ayuntamiento nos reconociera nuestro trabajo en infancia y unificar los convenios. Tenemos firmado un presupuesto de 169.600 euros. Y la misma para 2017. Pasamos de ser una entidad que en 2010 tenía un convenio de 79.000 a los 169.600 de este año.
–El Ayuntamiento puede decir que, aunque tarde en pagar, le ha multiplicado la inversión.
–Sí, pero también es verdad que no tiene nada que ver lo que hacemos ahora con lo que hacíamos en 2010.
–¿No se convirtieron en fundación para lograr más apoyos?
–Lo hicimos porque pasamos de ser una entidad con 200 personas y 20 voluntarios a todo lo que es hoy. Hemos mejorado en lo de captación de fondos. Antes dependíamos al completo de subvenciones públicas, ahora lo hacemos al 70%.
Sociedad enferma
–Su ONG es un termómetro. ¿Nos hemos curado de la crisis?
–Vivimos situaciones muy dramáticas: cuatro generaciones de familias viviendo en la misma casa. El reagruampiento familiar ha sido el propio de migraciones.
–Cuénteselo a Montoro, que no se cree los informes de Cáritas.
–Cuando alguien desprestigia los informes de Cáritas o de EAPN demuestra que desconoce la realidad. Hay muchas familias que, cada día 1, ya sabe que con sus ingresos acabará el mes con cien euros en negativo. O más.
–Quienes critican esos informes dicen que los bares están llenos.
–O que haya gente que pide ayuda para comer y tiene un móvil. Nos hemos acostumbrado a la miseria. Creemos que porque alguien cobre el salario social ya no tiene problemas. ¡Y son 400 euros! ¿Cuándo queremos ayudarles? ¿Cuando estén hundidos del todo? Si esa recuperación es muchísimo más costosa.
–¿La pobreza resulta ajena?
–Sí. No nos damos cuenta de que se ha democratizado el riesgo. De la exclusión solo está libre el 1% de la población. Esta semana acabamos de atender a una mujer que hace dos años tenía una vida normalizada. Hoy está hundida con una hipoteca y un local que la deja fuera de las ayudas. Y va de puerta en puerta solicitando ayuda. Quien vive en la calle Corrida hoy, puede estar en la pobreza mañana.
–¿Por perder el empleo?
–Por eso o por tener un problema de salud, un brote de enfermedad mental… Y toda tu vida tal y como la conoces se va al garete. Somos una sociedad enferma, que ha perdido su capacidad para parar los golpes. No necesitamos centros donde se opere a corazón abierto todos los días, sino espacios que eviten que se hagan tantas operaciones a corazón abierto.
(Fuente: Chelo Tuya. El Comercio de Gijón. 2/1/2017)